¡OH milenario olivo!
ya desde la antigüedad,
el hombre siempre te cuidó,
sirviendo tú aceite
para una vida mejor.
¡OH tu anciano sabio!
que vistes sus apóstoles,
recostando sus cabezas,
mientras Él se fue a orar,
en el divino comienzo
de su derrame redentor.
¡OH olivo silencioso!
¿Qué sentías en tus ramas?
¿Qué sentías en tu tronco?
¿Qué sentías en tu verdor?
cuando todo Getsemaní
de Santo Dolor se llenó.
¡OH tu olivo bendito!
¡Háblame de mi culpa!
¡De mi instinto pecador!
¡Háblame de cuanto debo!
¡A la sangre de su sudor!
¡OH tu olivo tranquilo!
que sigues mirando al sol
¿Dime tu porque los hombres?
a veces muchas veces,
en nuestro egoísmo,
nos recostamos dormidos
cuando nos habla el Señor.
Mérida 16 de Mayo de 2004
ya desde la antigüedad,
el hombre siempre te cuidó,
sirviendo tú aceite
para una vida mejor.
¡OH tu anciano sabio!
que vistes sus apóstoles,
recostando sus cabezas,
mientras Él se fue a orar,
en el divino comienzo
de su derrame redentor.
¡OH olivo silencioso!
¿Qué sentías en tus ramas?
¿Qué sentías en tu tronco?
¿Qué sentías en tu verdor?
cuando todo Getsemaní
de Santo Dolor se llenó.
¡OH tu olivo bendito!
¡Háblame de mi culpa!
¡De mi instinto pecador!
¡Háblame de cuanto debo!
¡A la sangre de su sudor!
¡OH tu olivo tranquilo!
que sigues mirando al sol
¿Dime tu porque los hombres?
a veces muchas veces,
en nuestro egoísmo,
nos recostamos dormidos
cuando nos habla el Señor.
Mérida 16 de Mayo de 2004
Autor: Víctor Muñoz Jiménez
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