Si el reino de Dios está dentro de nosotros aquí en la tierra, el Espíritu Santo, nos llenará de tal medida que controlará nuestros pensamientos, palabras y obras. Para ello debemos obedecer a Jesús y Él nos hará suyos librándonos de todo pecado.
En esta batalla contra el pecado debemos armarnos con la coraza de la Fe Inquebrantable, el escudo de amarás al Señor tu Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Y protegernos con el casco de la esperanza cierta de la salvación en Cristo Nuestro Señor.
Tenemos que ser perseverantes en cumplir la voluntad de Dios porque es el mejor camino para alcanzar sus promesas. Nuestra esperanza en Jesús no debe tener fisuras si queremos participar de sus riquezas.
Podemos estar afligidos temporalmente por diversas pruebas para que aumente el Poder de Dios en nosotros mediante la Fe que mueve las montañas de las dificultades.
Pero somos librados del pecado cuando Cristo destruye nuestro espíritu egoísta con el poder de su gloria y con el brillo de su resurrección dentro de nosotros, aplastando con su pie el poder que tenía el pecado en nuestro hombre carnal.
Por eso si de verdad creemos en Jesús le obedeceremos porque si no le obedecemos nuestro fe es falsa.
Así que debemos ir a Jesús y escuchar en silencio lo que Él nos hable personalmente y al obedecerle sin demora Él nos llenará de su Paz y Bendición.
Con lo cual arrepentidos de nuestros pecados y limpiados por el mismo Jesús y siendo llenos de su amor, estaremos disfrutando en vida aquí en la tierra, de las maravillas de su Reino y de su Justicia.
Mérida 8 de Abril de 2011-04-08
Autor: Víctor Muñoz Jiménez
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